Gracias.

Recuerdo la primera vez que pisé ese campamento, todos los momentos, las risas, las lágrimas y las sonrisas que ha conseguido sacarme. Todas las actividades que se convertían en fiestas, y todas esas fiestas que siempre acababan con sonrisas y ganas de más. Todas esas noches en la que lo dábamos todo para que nuestra habitación fuera nombrada como ganadora y nos enfréntabamos a los niños diciendo que nosotras éramos mejores. Ese estrés en las duchas, o cuando llegabas tarde a algún lado. Incluso la mala comida del comedor... Tiene gracia, yo nunca pensé que un campamento conseguiría llenar tanto a una persona, por eso me di cuenta de que, Sabinillas no es solo un campamento. Todo empieza en cuanto das el primer paso y ves ese merendero con forma de seta, a toda esa gente que no conoces y que acabarás queriendolas como si las conocieras de toda la vida. Sabinillas es magia, es un sentimiento, sentimiento de ser libre, de ser niño, de reir, disfrutar, bailar, cantar y hacer todo lo que nunca creías que serías capaz de hacer. Sabinillas es un sueño, un sueño que por suerte he podido vivir.
Por eso, gracias. Por conseguir sacarme mis mejores sonrisas en tan solo nueve días, por haberme enseñado a enamorarme, ha hacer nuevos amigos y descubrir nuevas experiencias, por todo.
Porque tienen razón:

Con rotuladores o sin ellos, Sabinillas te pintó una sonrisa.
Gracias.